Descripción
La piel absorbe ávidamente los humores, exuberantemente humedecida por pequeños arroyos que siguen los sinuosos senderos de mango, piña, guayaba, flores de manzano. Entre millones de criaturas, las más radiantes son aquellas cuya apariencia no está contaminada como una tribu yanomami. Su corazón, un ramo de flores exóticas, para llevar como regalo al altar de piedra, aromas de grosella negra y hojas verdes, hasta donde lleguen.
La ansiosa búsqueda de la humanidad por todo tipo de oro, ya sea amarillo, blanco o negro, no ha privado a esta criatura de su encanto natural. Los mundos animal y vegetal chocan bajo los graciosos auspicios del vetiver y el cedro, que responde a las notas lechosas como un tambor lejano.
Los gritos rebotan en los troncos de los árboles, acompañados de frutas confitadas y almizcle suave. El mayor espacio verde en la Tierra merece tal inspiración. Es hora de emprender el vuelo, como una mariposa de una especie aún no clasificada